Reseña: Esa muerte existe - El Radar Literario

La casa de las bellas durmientes Agnes Grey un beso en parís  40199054 40043351 El mañana empieza hoy Jesús me quiere 

23 diciembre 2021

Reseña: Esa muerte existe


Título: Esa muerte existe
Autor: Jennifer Thorndike
Libro: Autoconclusivo
Páginas: 160
Género: Thriller/Narrativa
Editorial: Literatura Random House
Calificación: 4 Estrellas

SINOPSIS

Mis dedos están adormecidos a pesar de que intente moverlos, y aunque sacuda mis manos, me detiene el metal que rodea mis muñecas. El respaldo me provoca un dolor intenso desde la parte baja de la espalda hasta mis hombros. Las esposas me cortan la piel.

Doy golpes a la silla.
El oficial saca la porra y me da un golpe seco en la pantorrilla; estoy harta de estar en la sala de reconocimiento, cuando no tengo nada que reconocer. Me obligan a confesar, me dicen que tengo rencor y envidia; y sí, tienen razón, pero todo tiene una explicación.

Conozco cada ángulo del cadaver, cada centímetro de su belleza y cada facción que despertaba mi envidia. Veo mangueras por las que circula un líquido rojo y espejo en ese cuerpo, en una cama metálica; y un piecito azul con las uñas moradas. Por debajo sobresale una sábana con una etiqueta que lleva escrito... tu nombre: Lucía.

Le hacen una seña al oficial con la porra, se acerca y me levanta de la silla; sacudo mis manos y la sangre circula. Entran varios oficiales más y el abogado, acompañados del médico que se encargo de... tu cuerpo. 

¡Tantos años dedicándome a convertirte en tu mejor versión, para que en el momento de tu muerte termines inflamada, monstruosa y deformada!

El médico te reconstruyó sin cuidado, dejando visible las costuras en tu piel azulada.
Me clasificaron a través de mis huellas digitales. 
Tu último suspiro y el último arañón que me diste, intentando quebrarme la garganta, como yo lo hice con la tuya. La fractura está exhibida en la radiografía. 

Fue entonces cuando sonreí y reí a carcajadas al escuchar la palabra "demente".
Observo al abogado jurando que puede arreglarme, que me hará confesarlo todo; enseguida sonreíste y acepté revelar mi confesión.

Abro los ojos y estás enfrente.
Alguien prende una grabadora, un hombre saca un lapicero para tomar apuntes. Debe ser el psiquiatra. 
Me siento aplastada por ti, mis ojos sienten una presión que viene de adentro y quieren estallar en lágrimas.

Entonces, lo recuerdo todo.

MI OPINIÓN

¡Hola amigos, bienvenidos a mi Blog!

Estoy cerrando el año con una de las lecturas más fuertes que haya recordado de los últimos meses; formó parte de la lectura de Noviembre del Club de Lectura Guadalajara y sí, sentí el terror.

El libro inicia en el presente, con una mujer -que de momento se desconoce su nombre- esperando escuchar su sentencia, pero, tiene una última oportunidad para salvarse del veredicto. Si confiesa y da su versión, tal vez podría salvarse.

Sin embargo, dicha mujer no está del todo cuerda, ya que arrastra un pasado tan complicado que le cuesta reunir las palabras para formular su confesión. Lo primero que hace es mencionar al Monstruo, y no solo una, sino varias veces; lo culpa a él de su declive emocional y de todas las decisiones que tomó a partir de un accidente que sucedió donde su hermana menor sufre un daño irreversible. Se trata de Lucía, que en el papel, era una niña hermosa que todo lo que hacía era motivo de festejo, pero... nuestra protagonista tenía cierta envidia de que todo se le diera tan fácil.

Por un descuido o tal vez no en la cocina, Lucía algo enciende que, a su vez, provoca que una llamarada de fuego se expanda por la casa, sin más remedio que la prueba que le tenía el destino: asumir la invidencia. Pero la que más sufre con este problema no es ella, sino su hermana mayor a la que El Monstruo, como ella suele llamar, a partir de ahora le puso un nuevo mote: Larva.

Amigos, cada que le decían Larva, no lograba entender la asociación de la palabra hacia ella. Hasta que tardé unas hojas después lo comprendí todo. A partir de que la llama así, ella cae en un pozo depresivo que no tiene fin. No paraba de compararse con Lucía, no paraba de decir no debió haber nacido, que debieron dejarla con sus padres biológicos, mucho menos ser adoptada; y no conforme con todo esto, si ella se equivocaba El Monstruo la castigaba física y psicológicamente (mucho más en este aspecto). Llegaba un momento donde mi lectura se volvía incómoda porque me estaba enfrentando a una realidad que, por lo mismo, me incomodaba. Pero son cosas que suceden en la vida real.

¿Qué provocaba todo esto?
Que la situación se fuera poniendo... pésima. 
No conforme con cuidar a una hermana que envidiaba y tener que aguantar infinidad de castigos, se convirtió en la nana de los dos, les limpiaba sus necesidades, los bañaba, les lavaba la ropa, las sábanas y tenía que limpiar la casa. Y por más que quería mantener todo en equilibrio, simplemente... no se podía. Aquí tuve otro momento incómodo, pero seguí leyendo porque no perdía la fe en que fuera a llegar la luz.

Y llegó, muchos años después, muchas peleas y discusiones después pero... no de la mejor manera.
Ramírez (así se le conocía), fue un hombre que le propuso un negocio; y debido a su ambición de poder y su desesperación de salir de todo esto, fue presa fácil. Fue un acuerdo que beneficiaba a ambas partes, generando muy buenos dividendos. Esto, aunque le representó una mejor estabilidad económica... no fue así en lo emocional.

Y no quiero hablar mucho de dicho "negocio"; solo que me decepciona que algunas personas tengan que caer tan bajo para beneficiarse a costa de otros. Cuando se atenta contra la moral y los principios, ya estamos hablando de cosas muy, muy complicadas.

Amigos, hasta aquí mi reseña.
En cuanto a la manera de escribir y narrar los hechos, Jennifer se atreve a describirlo como pocos autores osan de hacerlo. Habla de temas que por desgracia así como suceden hoy, van a seguir pasando dentro de 5, 10, 20 años. Sólo depende de uno, si quiere cambiar su realidad.

¡Muchas gracias por leerme, nos vemos en la próxima!

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